Lo que voy a contar es una experiencia que hace sentirme dichosa a día de hoy.
Soy una madre que como el resto de las madres quieren lo mejor para sus hijos, y sentir la satisfacción de labrarse un futuro o un porvenir para que la vida no le dé carencias en ningún sentido. Se llama Francisco Javier.
Hace alrededor de un año, en una conversación surgida entre madres, una conocida me habló de las sesiones de Mar, y aunque detalló la fiabilidad de la experiencia y el progreso para con su hijo, nunca me propuse dar el paso a contratar esas terapias eficaces de las que me hablaba. Quizá porque nunca había oído hablar al respecto de éstas, o quizás porque era demasiado incrédula entonces. En esos momentos yo no me encontraba demasiado optimista. Sinceramente tuve la ligera impresión de que (aunque mientras hablaba, la escuché con atención y oía las palabras de aliento que me daba ésta madre),todo aquello «me sonó a chino». Pequé de ignorancia.
Pero a veces nuestra frustración y / o quizás sentir fracasar como madre (,entre comillas), por no ver prosperar a mi hijo, me hizo recapacitar y decidí agotar todos los medios posibles para buscar una solución y ayudar a Francisco Javier.
Jamás pensé que sentiría la imperiosa necesidad de pulsar el número que ésta mamá me proporcionó aquel día, y ponerme en contacto con Mar, que me instruyó sobre el sistema de desbloqueo y la percepción del niño, los cambios y la manera de proceder en los avances de sus sesiones.
Fue entonces cuando sin pensarlo concretamos para iniciar la primera de las sesiones que hicieron el cambio progresivo del comportamiento y actitud de mi hijo, aunque para mí fuese inmediato, ya que aquel mismo día, (tras la primera sesión), en casa se mostró bastante pacífico respecto a su nerviosismo.
Sin tener que hacer ejercicios complicados ni listas de repetición.
Pensar que hace unos meses, su comportamiento era rebelde, aunque, no sé si pueda decir que forma parte de su personalidad, ya que a veces muestre signos de inconformismo.
Ahora sé, que se detiene a razonar ciertas cosas que hace unos meses era impensable. Noto que ha madurado bastante a pesar de su toque irónico y «chulesco» que espontáneamente le sale de forma natural, pero eso sí, sin intención de vacile.
Ya no Salta por los sillones, ni entra corriendo por la casa, ni coge impulso para dar un manotazo a los cristales superiores de las puertas del pasillo. De manera considerable, lo noto más tranquilo, que a pesar de ser tratado por TDAH y no hubo cambios entonces. ¡No salgo de mi asombro!
En cuanto a su comportamiento en clase y en el recreo, tengo información bastante positiva. Ya no interrumpe las clases, ni se sube en las porterías del patio, incluso cuando salimos a comer no muestra su impaciencia ni malestar porque llegue tarde la comida, y hablamos mientras esperamos.
Las notas de igual manera han dado un vuelco sorprendentemente para bien,
pasando de sacar un 0-1-2, a conseguir un 7’6 o un 7’7. Sin duda alguna es más responsable, tomando la iniciativa para hacer los deberes y ponerse a estudiar y que por cierto; ¡memoriza mejor!
Realmente ha merecido la pena practicar la técnica que Mar ha usado. Espero que su entrada en el instituto sea con buen pie. ¡Al menos pinta bien!
Siento una gran gratitud hacia Mar. Es decir que como madre, me siento en deuda con ella.
Por cierto el método se llama Inteligencia Infantil Activa
¡Un gran saludo!
M.J.T.
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