Tu bloqueo no es tu enemigo

Tu bloqueo no es tu enemigo

Tu bloqueo emocional no es tu enemigo de inicio, te protege. Observa, para, escúchate, analiza, reflexiona. ¿Qué te está diciendo? ¿para qué? ¿tienes que cambiar algo? ¿qué has de cambiar?

Hoy me comentó una clienta lo que le había ocurrido el jueves pasado con su hijo.

* Llegué  cansada de trabajar, como es normal en mi por sobre carga en el trabajo. Cuando le pregunté a mi hijo si había realizado el tarea que al día siguiente tenía que entregar en el colegio.

-No, mamá, luego lo hago

-mañana es el último día para  presentarlo, ¿y para cuando es luego? Eso llevas diciendo una semana desde el viernes pasado.

-El fin de semana es para descansar, mamá.

-Y ¿el resto de la semana qué?

La idea de llegar a casa para relajarme y descansar se fue al garete.

La tarea consistía en hacer un vídeo cantando una canción y su hijo le decía que le daba vergüenza y que no sabía cantar.

– ¿Qué no sabes cantar y te pasas todo el día cantando?

-Ponte ahí que ya te grabo, salga como salga.

Estaba claro que, en esta situación, como cantara su hijo no iba a salir bien… su voz, sus gestos de cara, de cuerpo.

*Mira, mi enfado crecía por momentos, de dijo, hasta que recordé algo que habíamos trabajado en sesión días antes… Algo relacionado con las emociones, así que, en ese mismo momento, pedí a mi hijo que practicara un poco más y salí al balcón.

*Necesitaba calmarme, parar, reflexionar y analizar el por qué de mi enfado como habíamos hablado en sesión. ¿De dónde me viene esta ira? ¿qué me está diciendo?

*Me di cuenta que no estaba actuando bien, me senté, cerré los ojos e hice unas respiraciones conscientes.  Empecé a relajarme física y emocionalmente, así como a desconectarme de ese enfado, de esa actitud.

*Con mi cuerpo más relajado y la respiración tranquila, empecé a pensar lo que había sucedido. Primero una mirada crítica hacia mi hijo y después hacia mí. Me vino lo que habíamos hablado de bañar esos pensamientos de ternura y amor, así las criticas desaparecieron. El parloteo mental duró unos 20 minutos;  llegué a la conclusión de que el enfado no era por la actitud de mi hijo, sino por mí misma.

*Me pregunté: ¿Qué es lo que me hace sacar este enfado? ¿tiene tanta importancia esta situación? ¿Qué me está diciendo? Las respuestas empezaron a llegar a los pocos minutos…

*Yo soy muy autoexigente (lo estamos trabajando en la mentoría), mamé y crecí en patrón de exigencia . Es algo que me sirve en muchas ocasiones para superarme, avanzar, crear, pero me hace daño otras veces. Veo que mi hijo no es así y es el punto en el que salto y sale mi enfado.

*¡ ¡Ahí está!! Me di cuenta. Esa es la emoción, «enfado». Y la causa, el sentimiento: «quiero (más bien exijo) que mi hijo sea como yo».

Una vez que mi clienta reconoció y se hace consciente de que no pasa nada porque su hijo tenga otra forma de ser diferente a la suya, empezó a pensar en un plan de acción.

*Pensé: “Ahora tengo que arreglar esto”… Y con las ideas más claras entré y fui hablar con mi hijo.

hablar con nuestros hijos desde la tranquilidad

hablar con nuestros hijos desde la tranquilidad

-Juan, ¿Cómo vas?

-Mamá, yo no voy a gravarme cantando.

-y ¿por qué no? Con lo bien que lo haces

-Que no, que me sale mal. Me da mucha vergüenza.

-No entiendo… Estas todo el día cantando y no te da vergüenza y si te grabo, sí… Explícame.

– Bueno… es que no me gusta que se rían de mí.

– ¿Quién se va a reír?

-Mis compañeros, si no me sale bien…

-Ahora entiendo… Cariño, ¿a ti te gusta cantar?

-Sí.

– ¿Te lo pasas bien? ¿disfrutas?

-Sí.

-Entonces… ¿Qué más da lo que te digan los demás?

-Juan estoy muy contenta y orgullosa de ti, acabamos de descubrir por qué no te salía como tu querías… estabas angustiado y  lo hacías desde el miedo al qué dirán. Ya está, vamos a hacerlo de nuevo. Esta vez disfrútalo, déjate fluir y olvídate de lo demás y piensa como si estuvieras solo o con tus amigos cantando; verás cómo te sale mejor.

*Y así lo hizo, y claro que sí, le salió mucho mejor. Se reflejaba en su cara la felicidad y, por esta vez, habíamos roto una «creencia limitante» que no le permitía disfrutar cantando.

Me senté en mi habitación a pensar en lo que había pasado… El giro que di al gestionar de otra manera mi emoción de «enfado» había repercutido también en mi hijo. Desde la calma en lugar la irá, hablé con mi hijo y conseguimos ambos el éxito.

-Mamá – apareció Juan, asomando la cabeza por la puerta.

-Dime, cariño.

-Gracias, muchas gracias por ayudarme.

Vino hacia mi y le rodeé con mis brazos, con los ojos llorosos.

-Gracias a ti, mi vida, tú también eres un gran profe para mí.

No te enfades, no te bloquees, no pases de todo… escucha, atiende, agradece y toma acción.

Suscríbete

Si te ha gustado el artículo, suscríbete y te avisaremos cuando el siguiente sea publicado. ¡Con ello recibirás GRATIS el libro digital “El Poder del Ahora” de Eckhart Tolle en español!

 

Artículos relacionados